Inicia un nuevo año y las preguntas saltan y ruedan en mi cabeza...a final de cuentas, ¿en qué momento de nuestras vidas humanas comenzó esa sensación de anhelo, añoranza, tristeza, nostalgia, expectativa y un largo etcétera, por el fin de 365 días y el inicio de 365 más? No se a ustedes, pero a mi me parece sumamente extraño, pero aún así, a pesar de la rareza, e incluso de lo absurdo de ese cúmulo de sensaciones, quienes nos guiamos por el calendario gregoriano, no es sino llegar diciembre y en nuestro corazón, mente, espíritu, alma o como queramos llamar a eso que no es carne, se inunda de masmelo, de algodón de azúcar, de chocolate caliente, nos transformamos en seres menos iracundos y menos huraños, le deseamos a todos, incluso a quienes no nos caen tan bien, buenos deseos y augurios. En el ambiente hay una capa de positivismo que se cuela por los poros hasta del más pesimista del barrio, y todos nos contagiamos de esa tranquilidad, que en el caso de mi Barranq...
Contar las historias de lo que veo, escucho y siento de este mundo que he observado desde pequeña, fascinada, anhelando vivirlo todo. Una mirada desde esta experiencia humana que me permite ser, a la inmensidad de la vida que me queda por descubrir y redescubrir.