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SILENCIOS OFICIALES

Ramiro Bejarano, El País, Cali, febrero 6 de 2008

La resolución de acusación contra Jorge Noguera, ex director del DAS, por vínculos con el paramilitarismo, en términos políticos lo es también contra el presidente Uribe y su gobierno. Que el jefe de la inteligencia civil termine involucrado en delitos tan graves, como poner la institución al servicio de una causa criminal, no es un hecho aislado. Es la demostración de que todo lo que pasó durante los años de Noguera en el DAS, reflejó la ideología del uribismo. Resulta impensable que Noguera haya puesto el DAS a la orden de unos ‘paracos’ y que nada de eso lo hubiese conocido el presidente Uribe.
Sorprende el silencio del Gobierno, que aún hoy no se ha atrevido a desautorizar las censurables conductas por las que deberá responder penalmente Jorge Noguera. Sospechoso que un gobierno que se ufana de combatir la corrupción, en este caso no sólo no haya abierto la boca, sino que, por el contrario, en su momento premió a Jorge Noguera enviándolo como cónsul a la deliciosa y pujante Milán. En nombre del Partido Liberal hice parte de la comisión ad hoc que integró el Gobierno para analizar las causas y probables soluciones a la crisis que se presentó en el DAS y por ello doy testimonio de que cuando el presidente Uribe nombró a Noguera en el servicio diplomático, ya conocía la evaluación preliminar sobre los orígenes de las dificultades en esa agencia de inteligencia, que estaban relacionadas precisamente con el paramilitarismo. Que a sabiendas de eso el Mandatario lo hubiese nombrado en Milán, no fue un olvido, ni siquiera una ligereza, sino un imborrable acto de complicidad.
Como aquí nadie quiere recordar lo que es preciso no olvidar, es bueno refrescar que el anterior embajador estadounidense anunció que si el caso de Jorge Noguera tomaba el rumbo que ahora tiene, ello sería muy grave para las relaciones entre su país y Colombia. El Gobierno, que suele sacar pecho con las declaraciones en su favor del embajador y de uno que otro senador norteamericano, esta vez se ha hecho el de la vista gorda y ha preferido ignorar la terrible pero cierta admonición de William Wood.
Los empresarios que andan estresados con la aprobación del TLC, deberían estarlo también por este suceso judicial que parece no importarles a ellos, porque creen que al único que afecta es a Noguera, cuando amenaza sus intereses y los del país. Ciertamente, entre las varias acusaciones a Noguera está la de haber elaborado listas de sindicalistas, en una de las cuales estaba el profesor Alfredo Correa d’Andreis, vilmente asesinado en Barranquilla, en circunstancias confusas. Fácil resulta suponer que cuando en el Congreso estadounidense se discuta el TLC, no faltará el senador demócrata que reitere que en Colombia sigue siendo un lunar negro la inseguridad de los sindicalistas. A propósito, el presidente Uribe habría ofrecido que si lo de Noguera avanzaba adonde llegó, ofrecería excusas. ¿Qué estará esperando? Amanecerá y veremos.

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