Ir al contenido principal

¿Qué le queda a la juventud?

Hoy como todos los años, se llevó a cabo en la universidad, como en muchas otras de Colombia y el mundo, las jornadas de inducción a los estudiantes que ingresan por primera vez al Alma Mater. Luego de varios meses en los que los pasillos se encontraban desolados, sin vida, por fin se asomó un destello de luz, esa que caracteriza a la juventud. 


En el ambiente se respiraba miedo, emoción, sentimientos encontrados, y no era para más, un nuevo escenario, acabar con la rutina del colegio, nuevos compañeros y compañeras de clases, profesores diferentes, y ojalá claro está, con formas diversas e innovadoras de construir conocimiento.

Mientras caminaba hacia el quinto piso donde se encontraban los jóvenes de la facultad, no pude evitar pensar en aquellos muchos hombres y mujeres, que no pudieron cumplir el sueño de iniciar una carrera profesional, en esa gran parte de la juventud que tuvo que dedicarse a "camellar" para sostener a su familia, en esas jóvenes y adolescentes que se encontraron, tal vez muy temprano, con la responsabilidad de ser mamás, y por supuesto, en quienes más sufren esta guerra nuestra que desangra al país, jóvenes matándose los unos a los otros.

Con mis pasos repasaba las palabras que iba a utilizar, encontré que mi discurso inaugural no tenía sentido sino dejaba en aquellos jóvenes una semilla de duda, de inconformidad en la cabeza, inmediatamente recordé las palabras de Benedetti, el escritor por supuesto, y esa pregunta asaltó e inundó mis pensamientos... ¿Qué les queda a los jóvenes?

Generalmente soy muy emotiva cuando hablo de temas que me apasionan y ya sentía mis ojos llenarse de lágrimas al reconocer que de nada vale hablar y hablar como profesores en un salón de clases, si detrás de ese discurso no existe una conciencia crítica que motive a esos estudiantes a indagar, a ver más allá de lo evidente, a participar, a conocer sus derechos, a ejercer sus deberes, a saber que es posible y necesario transformar la realidad.

Hoy hablé mucho, no quería aburrirlos, veía el rostro de esos 23 jóvenes agolpados en el salón, no supe leer sus expresiones, es solo la inducción, es solo el primer momento de esta parte del viaje de la vida, y lo único que puedo pensar, es... "quisiera decirles tantas cosas, contarles de la vida, del mundo en el que vivimos, del amor, del odio, de las pasiones, porque solo cuando uno realmente se entrega a algo, con convicción, es que logra tocar las mentes de quienes nos rodean"

Llegará otro día, otra clase, otra hora, intentaré persuadirlos, convencerlos de que existen verdades más allá de la que transmiten los medios, y solo en ellos y ellas está el salir a buscarla, ¿la encontrarán? Amanecerá y veremos.

Los dejo con el texto de Mario Benedetti, ¿Qué les queda a los jóvenes?

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.




Comentarios

  1. Maravilloso,que buen texto, Felicitaciones, para deleitarse y apropiarse de estas palabras.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No solo hay secuestrados por las guerrillas, hay miles de desaparecidos, asesinados y desplazados por agentes estatales y grupos paramilitares

Ivan Cepeda El Espectador Señor Presidente, en menos de dos semanas los grupos paramilitares —ahora mimetizados en la vaga definición de bandas emergentes— han asesinado a 12 personas, han desaparecido a nueve y han desplazado a otras 120. El 31 de diciembre de 2007, en el corregimiento de El Palmar, Nariño, asesinaron a cuatro adultos y un menor. El ex gobernador de ese departamento, Eduardo Zúñiga, atribuyó la masacre a paramilitares. Ese mismo día en Medellín, fue desaparecido el abogado Víctor Hugo Gallego, de la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social, Corpades. El abogado Gallego había formulado insistentes denuncias sobre la actuación paramilitar en Medellín. El 11 de enero de 2008, mientras se realizaba una fiesta familiar en el barrio ‘Once de noviembre’ de Santa Marta, varios hombres armados llegaron disparando, asesinaron a cinco personas e hirieron a tres más. Las víctimas eran líderes comunitarios. El 14 de enero, la Defensoría del Pueblo informó que un grupo parami...

Día 3. Hemos sobrevivido.

Y así avanzan los días de este nuevo año, y adivinen qué? Aún estamos aquí, a pesar de los pesares, de los desamores, de las buenas energías por transformamos y cambiar, por hacer de nosotros unas mejores personas, a pesar de las metas  y las promesas, aquí estamos, aquí seguimos igual que ayer, igual que hace tres días cuando aún era el 2016. Es apenas el comienzo, no nos desanimemos. Haciendo el intento, realmente traté, por cumplir uno de mis, aún no escritos propósitos para este 2017, encontré en un sobre junto a un montón de cosas sin abrir (extraño en mí) (Inside Joke) las promesas que me hice en el cambio de año del pasado. Hmmmm es un poco terrible decirme a mí mismo que fui una ilusa, ja ja ja, aprender a tocar guitarra? en serio? Qué estaba pensando? Es decir, si vamos a ponernos metas, que sean realizables, por ejemplo, terminar la tesis, jajajajajajajajajaja. Ahora sí en serio. No sé cómo les esté yendo a ustedes con esas locuras de las resoluciones, pero digamos qu...

El mundo guardó silencio cuando morimos

Santiago Alba Rico Ladinamo 27 En diciembre de 1971, mientras redactaba sus recuerdos de cárcel, el escritor nigeriano Wole Soyinka, galardonado quince años más tarde con el Premio Nobel de Literatura, estaba pendiente del estado de salud de un compatriota brutalmente apaleado por los soldados de la dictadura. El escueto telegrama de un amigo le reveló el destino de la víctima y, con él, el del conjunto del país: “El hombre ha muerto”. Soyinka leyó la frase con un estremecimiento integral, como si se la hubiese oído susurrar a los árboles y a las palomas en un mundo ya vacío o procediese del informe de un dios que pasa lista a sus criaturas, y a continuación decidió dar este título (“El hombre ha muerto”) al libro que acababa de terminar. El Hombre ha muerto tantas veces durante el siglo XX, ha muerto tantas veces durante los primeros años del presente siglo, sigue muriendo tantas veces todos los días, que no estoy seguro de que conservemos todavía suficiente “Hombre” para distinguir a...