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Sobreviví a mi cumpleaños 28

Si, ya lo sé. !cumplir años¡ Cumplir 30 años. Realmente no significa nada -corrijo- para algunos afortunados, no tiene mayor relevancia que la de levantarse todos los días y cepillarse los dientes antes de ir a trabajar. Por alguna razón, que mi psiquis aún trata de comprender, esto de cumplir años y de acercarme a los 30, se ha venido convirtiendo para mi en una clase de martirio, año tras año, aquello que era un momento para celebrarme a MI y lo bella, hermosa y grandiosa que soy...(Risas incontrolables)... se ha trastocado, se ha vuelto un escenario de locura hormonal, lágrimas incontenibles y un estado de contemplación, por demás insoportable, que me hace cuestionar cada uno de los pasos que he dado en mi vida. INSOPORTABLE.

En mi último arranque de emotividad, de quizás como me dijo una compañera de trabajo, demostrarme a mi misma que aún puedo "hacer lo que quiera", "seguir teniendo aventuras a pesar de mi edad", (¿edad? ¿cuál edad? Apenas cumplí 28) el día sábado 13 de agosto compré un tiquete a la ciudad de Bogotá, lea bien compañero y compañera, no para pasar todo el fin de semana, sino para regresarme al día siguiente. (fatal, ahora que lo pienso bien) 

¿Qué gané con ello? Hmmm... interesante pregunta, tengo respuesta... no. Llegué aún más triste de lo que me fui, no me divertí de a mucho, llegué tan cansada que realmente dormí la mayor parte del tiempo y anduve montada en un bus/moto el resto de las fraccionadas horas que estuve fuera del territorio Caribe. 

En medio de las disertaciones "conmigo misma" y con quienes se cruzaron por mi camino en aquellos instantes, me di cuenta que las relaciones entre las personas pueden cambiar de un momento a otro, así sin decir palabras, sin hacer mucho al respecto, algo que pensaste podría ser hermoso e interesante se puede convertir en fatal, o  fatán (como dice la sobrina de Marelbi, una compañera de trabajo) es decir, fatal y patán, pero que si quieres las cosas, si quieres amar, si quieres que alguien se convierta en un ser especial en tu vida, simplemente debes dejar el miedo a un lado y sentir, solo eso sentir, sin miedos, sin prejuicios, sin fronteras.

¿Lo volvería a hacer? Nunca digas de esta agua no beberé, no es la primera y no creo que sea la última, o tal vez ya aprendí la lección... en cierto momento a decir verdad me sentí egoísta, porque a la final el viaje era una excusa para estar sola, quería estar sola, no tener a nadie a mi alrededor y deseaba quedarme en Bogotá,  eso era lo que yo quería, pero en casa me esperaba la gente que me quiere y que también quería compartir conmigo ese día, mientras que en mi cabeza solo pasaba una cosa... hacer lo que yo quería, porque era mi cumpleaños, no el de nadie más, el mío.

Y a la final regresé y me divertí mucho, bailé, reí, amé y me sentí amada... y creo que ese fue el mejor de los regalos, saber que siempre puedo regresar a donde me aman, no importa las veces que me haya querido ir.

P.S: Y el tatuaje queda para los 30...

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