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¿Cazador o ave libertaria?

He notado que cuanto más alto intenta volar un ave, aparecen escondidos en la selva cazadores expertos, hombres y mujeres con escopetas y dardos de envidia y rabia y manipulación, expertos en el arte de matar pájaros que vuelan libres. 

Al ver los colores de su plumaje brillando bajo los rayos del sol, la gente desea arrancar una a una sus alas para depositarlas en su altar de trofeos, exhibirlas como muestra fehaciente de que es imposible volar por mucho tiempo, porque tarde o temprano caerás.

Por eso, hay aves que prefieren volar bajito, ser cautos, prevenidos y no demostrar felicidad, ni majestuosidad, y vestirse de negro y gris, para que esos cazadores de aves libertarias se alejen del camino. Pero allí, en ese vuelo a ras del suelo, nos volvemos seres meditabundos y cabizbajos, seres acongojados y melancólicos que algún día nos permitimos amar sin restricciones, dándole rienda suelta a nuestra capacidad de dibujar el cielo de amarillos, violetas y rojos, de dar giros y hacer piruetas en el aire, de sentir el viento a toda velocidad por nuestro rostro, sin darnos cuenta que entre más alto volábamos, la caída podía ser más estruendosa.

Y se vive entonces en una lucha constante entre esas ganas de surcar los cielos, de volar alto, alto, pero cuando vamos subiendo recordamos sus escopetas y sus dardos, recordamos las caídas y el dolor, y lloramos y bajamos rápidamente a nuestro vuelo seguro, a nuestro amar sin ganas, a nuestra jaula de calmas, sin riesgos, sin majestuosidad, sin nada.

Pienso en esas aves, y me veo allí, y veo mi vuelo bajito y veo los cazadores, y recuerdo que había decidido volar alto, arriesgarme a pesar de todo, incluso de la muerte, pero nuevamente el miedo me quita la fuerza de avanzar, y flaquean mis alas, y mi moral decrece, y siento que sucumbo ante el pavor a la caída. Y encuentro otros seres unos que me invitan a permanecer gris y otros que me llaman desde los cielos a compartir las ráfagas de viento. No estás sola- me gritan, nosotros también tenemos miedo de volar. Ven y volemos juntos.

En esas ando, decidiendo de que lado quedarme, escuchándote a lo lejos y tratando de interpretar si eres un cazador que prepara sus dardos contra mi vuelo, o un ave libertaria que me invita a soñar con alcanzar con el pico las estrellas. ¿Quién eres?    


  

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